El gran día ha llegado, me es muy lejano ya el momento en que conversamos por primera vez con Stefan de este proyecto, después de un año de preparación, física y mental y casi dos semanas ya en el Coropuna aclimatando, finalmente el gran momento ha llegado, en la vertiente este, el Coropuna fue muy benevolente con nosotros y disfrutamos de condiciones excelentes, pero hoy no todo funcionó como lo esperábamos, y aunque tuvimos varios contratiempos lo logramos, pudimos bajar los 6425 m del Coropuna hasta la Costa del Pacífico, exclusivamente con nuestra fuerza y la gravedad!!!
Después de una noche de descanso a 2680m, en Cotahuasi, luego de haber subido dos Seis miles en la vertiente este del Coropuna y haber disfrutado de un par de súper descensos en esquíes, subimos nuevamente hacia el Coropuna, esta vez a la vertiente oeste, donde se encuentra la ruta normal, ascendemos a 5170m con el 4×4, y es acá donde instalamos nuestro campo base para los siguientes días, para explorar la mejor variante de ascenso a la cumbre principal del Coropuna con 6425m.
De esta manera hacemos una primera exploración al día siguiente por la ruta normal del Coropuna, al inicio nuestra impresión fue que tendríamos muchas ventajas por este lado, ya que nuestro Vehículo llegaba bastante más alto y mucho más cerca del glaciar que por la vertiente este, además por la ruta normal conectamos mejor con las vertientes sur, que tienen su nieves y glaciares algo más bajos que la vertiente este, nordeste, pero a medida que subíamos fuimos notando que sí había más nieve que en la vertiente este, pero que las condiciones también eran bastante peores, e incluso el riego de avalanchas por las vertientes sur eran también bastante más grandes, este día subimos por la ruta normal a 6255m, no estábamos muy lejos de la cumbre, hubiera sido posible subir hasta ella, pero el día ya estaba terminando y nos quedaba menos de una hora y media de sol, así que decidimos bajar, Aritza esperaba como a seis mil metros, Rezo y yo caminamos hasta 6100m para empezar el descenso con esquíes a esta altura, y Stefan esquió desde 6255m, la parte superior no fue muy disfrutable para esquiar pero ya bajo los 6000m las condiciones fueron notablemente mejores!
Al día siguiente decidimos buscar una ruta más apropiada para realizar nuestro proyecto. El día anterior Aritza visualizó una ruta que se veía bastante bien, esta vía era algo más larga pero con una inclinación más moderada, el terreno de esta ruta es realmente lindo, se cruzan dos sectores de grandes grietas, y la vía transcurre bajo una canaleta de hielo espectacular de más de 200 metros de alto, en más de la primera mitad la inclinación es poca, teniendo solo en la parte final de la ruta entre 30° y 45° de inclinación, después de definir cuál sería la ruta a tomar para el 15 de mayo, decidimos bajar esquiando, luego de haber superado nuevamente los 6150m justamente debajo de la cumbre.
El día 14 de mayo lo dedicamos exclusivamente a descansar los músculos y la cabeza pero también a mover nuestro campamento más cerca al inicio de la nieve, así que lo trasladamos a 5255m, hoy también vino un contingente desde Arequipa, con Ivan Jimenez trayéndonos las Bicicletas, el con Alonso (Pocho) y Juan (Piedra)salieron a las 6:00 de la mañana para llegar a nuestro nuevo campamento a las 4:00 de la tarde, con un carro privado auspiciado por Pro Arequipa y Quechua Explorer. Almorzamos a las 4:30 de la tarde, para dormir antes o poco después del anochecer, para luego despertamos a las 10:00 de la noche
El día 15 de Mayo para nosotros empezó ya el día anterior, en realidad este día había empezado ya hace más de un año atrás, cuando estuve con Carlos esquiando en la vertiente este del Coropuna y soñaba ya con este momento, y luego en Austria hablando con Stefan al respecto.
Después de despertar ordenamos nuestro equipo y preparamos algunas cosas para continuar nuestra bajada después de la cumbre. Luego de un desayuno/cena que duro hasta poco después de las 11:00 de la noche del día 14 de mayo, salimos a encontrar las primeras nieves del Coropuna que estaban como a 5350m, y es ahí donde empezamos a subir con los esquíes, luego de haber subido unos 300 metros en la nieve, empezamos a subir con cuerda, Aritza empezó liderando el grupo El camino que habíamos diagramado el día anterior me parecía perfecto, entre las grietas bajo la Vía Láctea, teniendo mil estrellas, el universo y el Coropuna como únicostestigos de nuestra proeza, ese momento me daba una felicidad infinita, vi algunas estrellas fugaces pasar y continué con mi linterna frontal apagada, la velocidad era optima y ni se sentía el frio.
Ya sobre los 6100m el terreno empezaba a empinarse más y más, el glaciar es más sólido a esta altura y presenta menos grietas, así que nos desencordamos, yo continué un poco más con los esquíes, pero a más de 35° decidí subir con grampones, Renzo probó una gran parte con los esquíes, Stefan subió casi toda la montaña con los esquíes, pero hubieron algunos tramos con más de 45°, así que también en algún momento se los tubo que quitar, Aritza venía al final despreocupado con grampones. Ya cerca de la cumbre se veía aún a unos minutos el amanecer. Finalmente llegamos todos a la cumbre diría yo segundos antes que llegarán los primeros rayos del sol, fue una confirmación de que íbamos por muy buen camino, como en la foto grupal se puede obaservar, la luz del sol no llega aún más debajo de nuestras rodillas, nos acaricia el rostro pero necesita un par de segundos antes de llegar a la cumbre misma del Coropuna, es tal vez por esto, por este sentimiento de haber llegado a la misma cumbre que subestimamos o yo subestime al gran Apu!
Nuestro proyecto comenzaba en ese momento, con este proyecto queremos juntar en menos 24 horas la cumbre del Coropuna con la costa del Pacífico solo con nuestra fuerza y ayuda de la gravedad, La primera parte del descenso con esquíes fue muy bueno, pero en la parte más empinada la nieve cambiaba y se ponía con una costra dura arriba para tener nieve muy fofa dentro, así que nos quitamos los esquíes para bajar unos 100 metros caminando, el único que bajo todo el tiempo con esquíes fue Stefan, pero luego de eso el descenso transcurrió sin más contratiempos, el descenso en esquíes fue un placer absoluto y terminamos el descenso como a las 7:30 de la mañana. Luego hasta el campamento caminamos poco más de 10 minutos y mientras comíamos algo Ivan iba haciendo los últimos preparativos con las bicicletas, luego de preparar nuestras cosas para enviarlas con las camionetas empezamos a pedalear a las 8:40 de la mañana, algunos metros después Renzo tuvo el primer problema con una de sus llantas así que esperó a que la camioneta lo recogiera, mientras nosotros continuábamos, bajamos poco más de 500 metros hasta llegar al camino que une Cotahuasicon la Panamericana.
Así continuamos por una pista en bastante buen estado, en gran parte el camino iba de bajada, y detrás nuestro se veía el Coropuna y en el camino una gran variedad de auquénidos, era muy motivador y sentía que iba a ser un super día, pero en verdad no tenía ni idea de lo que nos estaba esperando.
Al inicio Ivan nos mostraba el camino, pero luego de haber avanzado unos 20 Km, nos alcanzó Renzo en la camioneta, Ivan se quedó reparando la bici de Renzo y de Aritza, nosotros decidimos seguir avanzando hasta el puente de Rata. Es acá en el puente de Rata donde se encuentra la bifurcación que divide los caminos que van al valle de Majes y al valle de Ocoña.
Nuestro plan originalmente era bajar por el Valle de Majes, que ya conocíamos y sabíamos que estaba casi en su totalidad asfaltado, pero el 14 de mayo Ivan nos garantizó que el tramo hacia Ocoña era mejor, más corto y estaba en mejor estado además las vistas eran mucho mejores, al ser Ivan de Arequipa pensé que sabría mejor que nosotros las condiciones del camino, también nos aseguró que tendríamos menos subidas hacia la costa, definitivamente no dudo que las intenciones de Ivan siempre fueron muy buenas, ya que desde el inicio decidió apoyarnos en este proyecto, y financió el traslado de las bicicletas desde Arequipa viajando más de 10 horas hasta 5255m en el Coropuna, además bajo con nosotros hasta Ocoña más de 210km, pero si yo tuviera que volver a tomar nuevamente la decisión de bajar, escogería ahora bajar por el valle de Majes hasta Camaná.
Al inicio todo estaba muy bien, el camino no mejoraba, pero nosotros estábamos aún muy frescos y nos sentíamos muy fuertes después de haber subido el Coropuna, algunas subidas y cada vez más subidas, pero las primeras horas no eran mucho problema, aunque cada vez que pasaba el tiempo y veíamos lo mucho que nos faltaba nos preocupaba el no poder llegar al atardecer a la costa como lo habíamos imaginado idealmente.
Después de un tiempo Renzo nos alcanzó, lo cual fue muy motivador, Aritza e Ivan venían muy atrás puesto que Aritza tenía una lesión en las costillas que aún no terminaba de curar y con ellos estaba la camioneta cerrando el grupo, pero por un largo tiempo ya no los volví a ver solo esperaba que estuvieran bien, la camioneta estaba con ellos, así que no me preocupaba mucho, Stefan, Renzo y yo continuábamos, cada vez veíamos que las posibilidades de llegar antes del atardecer se iban terminando, el camino empeoraba encalaminandose, lo cual nos obligaba a bajar la velocidad.
Más allá del medio día una de mis llantas se desinfló, en ese momento sentí que el plan que tenía en la cabeza no estaba funcionando, puesto que imaginaba tener la camioneta más cerca de nosotros, pero claro la camioneta tenía que quedarse con los que venían al final, y yo no traía nada conmigo, fue un momento muy duro, ver que el tiempo pasaba y estábamos en medio del desierto y muy lejos de nuestro objetivo, llegar a la costa con los últimos rayos del sol para disfrutar de un Pisco Sour, ya casi podía olvidarlo, además no teníamos señal de teléfono y la distancia que teníamos con la otra parte del grupo era demasiada para que las radios funcionen, Stefan estaba muy intranquilo de no poder lograr el objetivo que nos habíamos trazado, así que le dije que lo mejor sería si ellos dos continuaran sin mí, y es así como Stefan y Renzo continuaron, y yo me quede solo en el medio de la nada.
Luego de su partida me sentí triste, estar solo en medio del desierto con una bicicleta que tenía una llanta desinflada, que en realidad si tuviera las herramientas sería muy fácil de reparar, pero no las tenía y esa pequeñez iba a estropear el sueño que había tenido ya mucho tiempo atrás, y todo lo que habíamos luchado y conseguido para lograrlo, estaba muy molesto conmigo así que solo quería pensar en algo que me dé un pensamiento positivo, y como siempre fue: pensar en ese cielo despejado con miles de estrellas hace unas horas atrás, y pensar que pudiera compartir ese momento con los que más amo, con mi esposa, mi hija, mis padres y mis hermanos, estaba caminando con mi bici rota y pasó una camioneta así que le “tire dedo” y se detuvo un joven con una mujer también bastante joven, llevaban muchas niñas de la escuela, y le pregunté si podía llevarme al próximo lugar, me preguntó qué es lo que necesitaba y le expliqué mi situación, me dijo que en el pueblo al que iba solo habían algunas casas y no había mucho y le dije que solo necesitaba que un lugar en la sombra y agua para esperar, el me respondió “bueno agua si hay” y me llevo 3 kilómetros a un lugar donde habían unas 15 casas y una pequeña tienda, en el trayecto en la parte trasera de la camioneta las niñas me empezaron a hacer preguntas, y dijeron que pena que mi bicicleta esté malograda, que lo lamentaban, una me dijo que también tenía su propia bicicleta y que la sabía manejar muy bien, luego me preguntó si tenía hijos y le dije que sí una de 4 años, ella me dijo que tenía 6 y otra niña a su lado me dijo que tenía 5 años, la empatía de las niñas con mi situación me empezó a llenar de fuerzas nuevamente, una vez que bajé de la camioneta, me mostraron sus bicicletas y luego me preguntaron si estaba en alguna competencia y si es que iba a perder, y les dije no estoy en ninguna competencia pero que sí me gustaría mucho llegar al mar ese día, me desearon suerte, les agradecí y entre a la pequeña tienda, ahí esperé en la sombra mientras tomaba algo, luego de unos 20 minutos llegaron Aritza e Ivanen las bicicletas.
Yo me sentía como un niño al que se le había roto la bicicleta, Ivan tomó medidas inmediatas y empezó a repararla, mientras yo decía „de ninguna manera llegaremos antes del atardecer“ a lo cual Aritza dijo: “a mí no me importa llegar antes del atardecer, yo quiero intentar llegar hasta donde puedo con mis propias fuerzas” luego llego mi hermano con Juan en la camioneta y toda esa constelación me fue llenando, de sentirme con las personas que quiero estar, yendo como un equipo y no sentir que estoy en competencia con nadie, que estoy acá para aprender y cada momento es siempre un plus y hay que ser agradecido de eso, me alegró mucho sentirme en ese contexto con mis amigos y mi hermano!
A partir de ese momento todo mentalmente me fue más fácil, sabía que tardaría mucho más de lo planeado, pero sabía que llegaría y que ni un solo kilómetro me sería regalado, que tendría que luchar por cada centímetro hasta llegar a la costa, luego de reparar las bicicletas continuamos y nos esperaba nuevamente una larga subida, y a penas la terminamos, mi llanta tubo nuevamente un problema a demás también la llanta de nuestro auto, parecía que los problemas se multiplicaban, pero estábamos en equipo y sentí que podíamos resolver cualquier problema si no veíamos al tiempo como un oponente.
Después de eso pudimos continuar de forma un poco más continua, pero a medida que avanzábamos me iba dando cuenta de las dimensiones reales del tramo en proporción de las condiciones de los caminos, habíamos hecho tal vez una mitad del camino y ya eran las cuatro de la tarde, la temperatura era más agradable pero también se venía la noche.
Cruzamos algunos ríos con las bicicletas, eso fue muy divertido y mantuvo el ánimo, con el final del día llegamos a San Juan de Chorunga, tratamos de llamar muchas veces a Renzo o a Stefan y no era posible, estábamos por lugares donde la señal telefónica era muy pobre, pero cada persona a la que preguntamos nos dicía que si habían visto a dos personas con bicicletas, eso era un gran alivio, por suerte pasando San Juan de Chorunga, Carlos pudo hablar con Stefan, preguntó si estaban bien y donde estában, pero me sorprendió que no hubiera habido más comunicación, tal vez que dijeran que nos encontramos en algún lugar, pensé que Stefan no quería perder ningún momento para llegar a la playa, pero no dejó de preocuparme pues sabía que faltaba aún mucho y también era claro que de ninguna manera llegarían antes del atardecer.
Aunque pasábamos por lugares ya un poco más grandes la calidad del camino no mejoraba, costaba sentarse, también la noche se ponía más oscura, sacamos las linternas, y Carlos conducía detrás de nosotros iluminándonos. Una vez que oscureció Aritza empezó a ir más y más lento, al preguntarle cómo es que se sentía me dijo que estaba muy cansado, paramos en el próximo lugar y compramos agua y algo dulce para tomar, nuevamente al preguntar a la gente si habían visto a nuestros amigos la respuesta era: “si por acá han pasado dos gringuitos en bicicleta” después de pasar de san Juan de Chogunga se veían las distancias que nos faltaba hasta la Panamericana, recuerdo al inicio más de 70km, seguramente ya eran más de las ocho de la noche.
Y así continuamos, por lo menos ya no hacía mucho calor, era una buena temperatura para ir con la bicicleta. Aritza iba más lento cada vez, calculo que no íbamos a más de 15km/h, y me preocupaba verlo muy cerca al abismo, le volví a preguntar cómo es que se sentía, y me dijo que tenía mucho sueño, que necesitaba algo dulce para tomar, paramos en el siguiente lugar que era solo una pequeña casita y solo tenían agua y galletas de animalitos para vendernos, al continuar nuestra velocidad había disminuido y al volver a preguntarle a Aritza como se sentía me dijo que necesitaba descansar, así que subió al Auto a 38 Km antes de llegar a la Panamericana, después de unos minutos vi que pudo dormir, entonces empezamos a ir algo más rápido con Ivan, pero siempre habían tramos para subir, así que continuábamos a una velocidad promedio de 15km/h calculo.
En una de las subidas la cadena de mi bicicleta se rompió, así que sin dudarlo tomé la bicicleta de Aritza y continuamos, veía km 35, km 34, pero superar cada kilómetro era realmente una lucha, sobre todo para el trasero pues al camino era realmente malo, por ahí había tramos asfaltados en los que me hacía la ilusión que desde ahí abría asfalto, pero los tramos nunca eran más largos que 30 ó 40 metros, así que dejé de hacerme ilusiones y deje de esperar asfalto, km 33, y ya era casi media noche con suerte en 2 horas más estaríamos en la costa después de estar más de 27 ó 28 horas despierto y en movimiento, creo que fueron unos 15km antes de llegar a la Panamericana que pudimos comunicarnos nuevamente con Stefan y Renzo, ellos le dijeron a Carlos que estaba en una estación de gasolina esperándonos, fue genial, ya podía sentir estar ahí con ellos, sin embargo esos 15km fueron muy largos, Ivan avanzaba delante de mí y yo solo esperaba que no se volviera a malograr algo en mi Bicicleta.
Como a la una de la mañana llegamos a Ocoña, ahí estaban Stefan y Renzo, sentados en una gasolinera, todo estaba cerrado y lo único que se podía comprar era gasolina, al verlos era claro que no había tomado o comido mucho por no decir casi nada en las últimas 20 horas, nos alegramos mucho de vernos, hace más de 10 horas estaba algo molesto de sentir que me habían dejado solo en medio del desierto, pero ahora solo me alegraba de verlos ahí y sentí que había tomado el riesgo pero lo habían logrado, habían bajado esos más de 210km solos y eso me dio mucho respeto muy grande frente a ambos, fue un momento increíble.
Fue un momento increíble pero también fue un momento inconcluso, después de cambiar un par de palabras con ambos, Stefan dijo: “hasta la playa son 4 ó 5 Km”, ”pues que esperamos, Vamos”, Ivan le dio su bicicleta a Renzo pues tenía un agujero en la llanta y Stefan, Renzo y yo subimos nuevamente a la bicicleta a hacer los pocos kilometros que nos faltaba hasta la costa del Pacífico, mientras el resto buscaba un lugar donde pasar la noche. Después de media hora estábamos los tres con los pies en el agua, sobre el Pacífico se veía la Cruz del Sur y la Vía Láctea, lo habíamos conseguido, habíamos bajado en menos de 24 horas desde la cumbre del Coropuna hasta el mar, y con 1000 de subida en la bicicleta, eso significa un descenso de casi 7500m en total, fue más difícil de lo que imaginé, y duro más de lo que planeamos pero estábamos ahí súper felices de haber realizado nuestro proyecto!!!
Erneute Fahrt zum Coropuna
Vicuñas und der Coropuna – ein gutes Vorzeichen
Vicuñas neben der Straße
Der Coropuna – ein toller Berg, herausfordernder, als er aussieht
Aldo Guerrero – Bergführer, Peruaner, lebt in Deutschland und arbeitet in den Alpen und Anden
Renzo León Zubia – peruaischer Bergführer aus Puno, wohnt und arbeitet in Arequipa
Aritza Monasterio – Bergführer, Baske, wohnhaft in Huaraz, technischer Leiter des peruanischen Bergführerverbandes
Carlos Guerrero – Aldos Bruder unterstütze uns bei dem Projekt und hat dabei sein skifahrerisches Können trainiert…
Renzo beim Erkunden des Normalweges zum Coropuna
Aldo beim Erkunden des Normalweges zum Coropuna
Aritza auf dem Weg zum zweiten Eisbruch
Bereit für den großen Tag…
Der 6.425 m hohe Coropuna bei Nacht
Sonnenaufgang am Gipfel – Stefan, Aritza, Aldo und Renzo (v.l.n.r.)
Aritza beim Abstieg vom Gipfel, kurz nach Sonnenaufgang am 15. Mai
Aldo bei der Abfahrt vom Gipfel
Fast bereit für den Start der Abahrt mit dem Bike
Ocoña und die Pazifikküste – unser Ziel
Renzo, ich und Aldo – am Ziel der langen Fahrt…